.
ARCHIVO

El éxito empresarial ha cobrado cuotas en el campo personal

martes, 28 de febrero de 2012
La República Más
  • Agregue a sus temas de interés

Cuentas por sacar, informes por leer y rastros de cientos de compromisos por atender atiborran el escritorio del hombre más rico de Colombia. Entre cordilleras de documentos está la cima empresarial alcanzada por Luis Carlos Sarmiento Angulo.

Él organiza el imperio de constructoras y bancos que ha cimentado en medio siglo, desde una oficina que no parece de magnate moderno, sino de clásico contador hiper-atareado.
En esa postal está reflejado el perfil del Empresario del Año. A quien en 1956 le negaron su primer préstamo bancario: unos $4 mil  solicitados al desaparecido Banco de los Andes. Y que desde entonces ha fundado o comprado 15 bancos, y labrado una fortuna que excede los US$10.500 millones. Un hombre de 79 años, que desde los 14 descubrió en los números y la contabilidad la fórmula para conjurar situaciones adversas, y descifrar oportunidades de ganancia.
Así fue desde que inició su carrera, asumiendo contratos de obras civiles que nadie más quería, en zonas de alto riesgo por presencia guerrillera. También, cuando las migraciones de desplazados a la capital del país requirieron implementar un nuevo sistema para emprender obras residenciales en masa. O cuando compró bancos que el Estado había dejado decaer, y los fortaleció para consolidar un gran grupo: Aval; de tal manera, que pudo mantenerlos en la crisis de 1999, mientras el resto del sector se desmoronaba vendiéndose a bancas extranjeras. Una fórmula que ha seguido empleando en fechas recientes. En la crisis de la economía estadounidense de 2008, su olfato para los negocios lo llevó a adquirir el BAC Credomatic por US$1.920 millones, con sucursales bancarias en seis países. General Electric necesitaba venderlo. Y a Sarmiento Angulo le sirvió para aumentar los activos de su grupo en 20% hasta unos $50 mil millones, con cerca de 9 millones de clientes. Es casi como si cada habitante de Bogotá y su área metropolitana tuviera guardado su dinero en una entidad del hombre de escritorio repleto.
La capacidad administrativa que aprendió desde adolescente, escarbando libros de contabilidad, lo ha investido de un rampante optimismo para afrontar crisis de economía, violencia o cualquier tipo. Ha estado en lugares y momentos que no parecían indicados. Pero con la preparación y las ganas para convertirlos en los indicados, para aprovecharlos al máximo. Sin embargo, Sarmiento Angulo ha tenido que pagar cuotas en el terreno personal para alcanzar el trono que ostenta en su cúspide empresarial, enclavada entre torres de papel.

Añorando
Sarmiento Angulo juega a diario con los números. El Sudoku es el hobby en el que, todavía hoy, ejercita lo que viene haciendo desde los 14 años, cuando le organizaba los números a un depósito de maderas. A los 15 terminó el bachillerato en el colegio San Bartolomé de Bogotá. Pagaba $40 al año para estudiar ingeniería civil en la Universidad Nacional.
En su época de universitario empezó a trabajar para la firma del antioqueño Santiago Berrío, como Subgerente de la compañía, supervisando obras de ingeniería civil. A los 21 años, su graduación en los primeros lugares le mereció una beca para una maestría en la Universidad de Cornell, Estados Unidos.
La violencia desvió el rumbo de su destino. Berrío fue secuestrado y asesinado en Puerto Nare, cuando inspeccionaba las obras de la conexión ferroviaria entre Atlántico y el interior del país. Sarmiento Angulo ya había ascendido a la subgerencia de la firma, y los familiares del fallecido le pidieron que se quedara para ayudarles a liquidar la compañía.
El sueño del posgrado quedó aplazado para siempre. Con los $10 mil que recibió de prestaciones, montó su propia oficina de ingeniería en el edificio Henry Faux, de la Avenida Jiménez. Empezó a trabajar por su cuenta pagando $100 mensuales, por 15 metros cuadrados sin vista a la calle. Hoy le sobran edificios. Se calcula que ha construido más de 40 mil casas en Bogotá, y que uno de cada 50 habitantes vive en una de sus construcciones.
En cambio, nunca logró construir una carrera en el extranjero. Tampoco pudo perfeccionar su inglés. Dos frustraciones que lo acompañan. Es  producto de la educación pública, convencido de que la educación incide directamente en el bienestar del país. Por lo que mediante Colfuturo se ha empeñado en que otros profesionales logren lo que él no pudo: especializarse afuera de Colombia.

Construyendo
El primer contrato de construcción de Luis Carlos Sarmiento Angulo fue el colegio María Auxiliadora en Villapinzón, Cundinamarca. En el mismo año que buscaba capital y le negaban préstamos. La táctica del inexperto ingeniero era presentarse a licitaciones de obras pequeñas en sitios donde la violencia ahuyentaba a los grandes contratistas. Como un acueducto en Alvarado, Tolima, donde recién había ocurrido una matanza de policías.
En tres años adelantó 18 contratos en zonas rurales. Alcantarillados, redes, pavimentación, escuelas. Su semilla constructora se iba expandiendo, paralelamente a la violencia. Su visión empresarial empezaba a asomar, con la compra de una finca de algodón en Codazzi. La trabajó hasta alcanzar 300 hectáreas de cultivo, para venderla en 1961. Así consiguió financiación para comprar su primer lote, e iniciar una cruzada de urbanizaciones en Bogotá. Se iniciaban por entonces las convocatorias de vivienda popular, para suplir las necesidades de miles de desplazados.
Fue el primero en aprovechar el acuerdo 6 de 1959 del Concejo, que estipulaba que el que presentara un plan para construir una urbanización podía acceder a la licencia de construcción. Fue el primero en acceder a contratos del sistema de financiación compartida de vivienda, en los que una parte del valor lo cubría el estado, otro el constructor y otro el comprador con 10 años de plazo. Inicialmente, le adjudicaron 100 casas, que se vendían por $33 mil. Así construyó el barrio El Paseo. Y en 1966, financió con recursos de sus urbanizaciones anteriores su obra 55: Las Villas. La primera de una serie de "villas" con las que poblaría la capital del país.

Financiando
Para Sarmiento Angulo, la construcción fue la universidad y el sector financiero la maestría que nunca hizo. Se calcula que 3 de cada 10 pesos colombianos están en los bancos de su organización; que paga cerca del 3% del impuesto de renta del país, y que contribuye con 5% del impuesto de patrimonio. Fue en 1972 que compró su primer banco: el de Occidente, que estaba a punto de ser intervenido por su pésimo desempeño. El ingeniero con alma de contador consiguió triplicar en 12 meses sus utilidades, y descubrió el amor de su vida.
El enamoramiento se dio a raíz del problema de financiación para sus proyectos. Se topaba con inconvenientes para solicitar los créditos, así que llegó a una conclusión sencilla, por  escandalosa que parezca: necesitaba comprar un banco.
Le fue tan bien, que siguió y siguió, y no ha parado. Su prosperidad en el sector financiero comprendió un reencuentro con el talento para organizar números, que había cultivado en bodegas madereras desde niño. Así, otro banco maltrecho, el de Bogotá, entró en 1987 a formar parte de la organización de Sarmiento Angulo. Igual que el Banco Popular, en 1996. Fundó la Corporación de Ahorro y Vivienda Las Villas, Banco AV Villas desde el 2000.
Todos integran el Grupo Aval. Tal como los bancos le habían garantizado sostenibilidad a sus proyectos de construcción, estos aportaron capital a sus bancos en 1999. Ese año la economía colombiana se contrajo 4,29% y se liquidaron 70 entidades financieras. Tras comprar el BAC Credomatic su participación en el mercado financiero alcanzó cerca del 30%. Pero como evidencia la celda de papeles del escritorio, Sarmiento Angulo no se ha relajado. Desde Virgilio Barco, ha sido amigo personal de los presidentes. Suele dar discursos anuales, llamando la atención sobre temas puntuales del país, como la necesidad de reformar la justicia.
Pese a sus logros, el momento más feliz de su vida ha sido el día en que su hija regresó de un secuestro. La guerrilla la raptó en 1983, y la tuvo cinco meses en cautiverio. Sarmiento Angulo ya había salido del país en 1978, por el secuestro de otro familiar.
Por eso no le gusta que digan que es el más rico del país. Aumenta mucho los riesgos. Ha dicho que se inició como empresario buscando asegurar el futuro suyo y de su familia. No obstante, el éxito le ha cobrado una cuota alta: la inseguridad.
Logró la estabilidad económica personal hace rato. Pero esa violencia que marcó su devenir y lo acompañó  siempre, permanece allí. Y alcanzó a ponerlo en riesgo. Por eso siguió trabajando, y sigue; para construir tranquilidad en el país.
Mientras, se inventó una solución, parecida a la que se le ocurrió cuando no hallaba financiación y empezó a comprar bancos. Adquirió una propiedad en las Bahamas.
Allá no necesita guardias ni escoltas que lo hagan sentir prisionero de su propio triunfo. Y no lo rodean cuentas ni informes. Solo mar y palmeras.
 

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA